martes, 4 de marzo de 2008

MEJOR NO HABLAR DE CIERTAS COSAS...


Hoy J., un buen amigo del trabajo, me increpó con absoluta seriedad, solemnidad diría, y colocando sus manos sobre mis hombros me dijo sin anestesia, que ya lo sabía todo. “Todo” es una palabra excesiva, si pensamos en los secretos que alguien de tan solo treinta años puede ocultar.

¿Todo?

R. a lo que me refiero es que he notado algo muy extraño en tu comportamiento: ¿Por qué navegas obsesivamente por las páginas de salud?, ¿Por qué andas buceando en las páginas webs de enfermedades y síndromes? ¿Te sientes bien?

Avergonzada al hallarme descubierta y con los ojos un poco desorbitados de seguro, le confesé a J. que tenía una nueva obsesión. Sí, le dije, hay algo que me tiene en vilo por las noches, que me obliga a contar ovejas para recobrar el sueño, que dibuja ojeras horrendas en mi rostro (como si mis treinta y las constantes amanecidas de trabajo no hicieran ya lo suficiente con mi cara).

Vomité entonces mi nuevo trauma.

¡Estoy bien J.! Es solo que hum, eh…oh…Bueno, no quiero que me malinterpretes, es solo que creo que existe un alto riesgo de que alguno de nosotros, cualquiera de esta oficina, caiga muerto ahora mismo víctima de una embolia.

¡EMBOLIA R.! jajajaja…Esta vez si que te pasaste ¿Quién te ha dicho eso? Somos jóvenes, estamos sanos, nadie va a morir por ahora; o puede que sí, tú, tú puedes ser esa víctima, si no buscas pronto un psicólogo, esta vez hazlo R. Deja ya de buscar en esas páginas. Ya no son solo taquicardias R.: eres hipocondríaca.

Esta vez no estaba dispuesta a que J. no me tomara en serio. Estuve leyendo en Internet:

Embolia: Obstrucción ocasionada por un émbolo formado en un vaso sanguíneo, que impide la circulación en otro vaso menor.

Traducido al trabajo sedentario que J., yo y otros más, toleramos estoicamente tres veces por semana: embolia significa muerte. Es decir, si pasamos muchas horas sentados editando, escribiendo o buscando, obsesivamente, páginas de salud en Internet y “NO CAMINAMOS”; si no alternamos esas horas de trabajo intenso pero inmóvil con un poco de ejercicios, en buen cristiano, “Si no movemos la cola”, nuestros vasos sanguíneos se pueden obstruir y ¡PLUMMM…!: Muerte por embolia.

Descubrí en estas paginitas de salud que J. tanto critica, sí, en mis paginitas de mierda, que hay que tomar una aspirina de inmediato, si sabemos que vamos a vegetar en un silla por más de 4 horas, 4 horas sin mover la cola, el rabo, el fundillo (como diría X.).

Yo, por lo pronto, ya compré un blister de aspirinas y mi sangre a estas alturas, ha de estar tan diluida que mis venas deben hacer las veces de una autopista de alta velocidad y el rojo, sin problemas, debe desafiar al tren bala más supersónico que puedan haber creado los chinos.

Sí, esta vez, me salvo.

Con mi rollo muy bien procesado y aprendido, fui en busca de J. para conseguir que reconociera su error y validara como razonable, aunque sea por una vez, “una de mis tantas locuras”. Empecé entonces…

J., mira, sé que puede ser difícil reconocerlo, pero cualquiera de nosotros puede morir de embolia. Tú, por ejemplo, puedes caer ahora mismo al suelo y chau chau. Sí, también el editor que ves sentado a tu lado derecho, mañana puede no estar más, el redactor sentado a tu lado izquierdo, míralo bien, en dos días puede desaparecer. No es un juego, es la realidad, solo que no lo sabíamos.

Pero no pongas esa cara de angustia, compre ya aspirinas para todos: ¿Quieres una?

El silencio de J. me hizo reaccionar de golpe. Una suerte de escalofrío invadió mi cuerpo. Sí, puede que lo de la embolia sea cierto, pero me di cuenta que lo anormal en toda esta historia era que alguien de treinta años se torturara con la posibilidad de morir instantáneamente.

Lo peor fue que J. solo respondió:

Dame la aspirina R. La guardó entonces en el bolsillo de su camisa y siguió escribiendo. Eso fue todo.

Por eso escribo este post ahora, para decirle a J.: Gracias. Ese silencio y esas tres palabras eran las que necesitaba para volver de nuevo a la realidad.

Navego ahora mismo por youtube, ya no busco páginas sobre enfermedades o virus mortales. Y suena muy alto en la computadora Mothwash de Kate Nash, por cierto, bastante apropiado para este día.

“…And, this, is my brain
It's torturous analytical thoughts
Make me go insane”

¡Buenas Noches!...