
Acabo de ver una película argentina que se llama La suerte está echada de Sebastián Borensztein. Es la historia de dos hermanos que sufren de cerca la muerte muy lenta de su padre, quien les pide, por cierto, antes de morir que le cumplan un deseo (no les cuento cuál es, vean mejor la película).
Pero, además, paralelamente, está la historia de Guillermo, uno de los hijos, quien pierde el empleo, la novia y busca conquistar a una chica aprendiendo a bailar tango. El otro hermano es Felipe, un actor de teatro, que está convencido de que es un “Mufa”, un mala suerte, así es como los llaman en argentina. Felipe es el “mufa” y cada vez que lo saludan otros personajes, masculinos, se agarran de inmediato el testículo izquierdo, tal cual, para que no los sale el “mufa”, aquí seria como golpear tres veces un trozo de madera.
Pero Felipe, luego de varios traspiés, descubre que son pavadas, que tiene mala suerte quien se la cree y, en todo caso, el gran problema de ser un “mufa” es contárselo al resto, porque son ellos los que se comen el rollo y terminan construyéndote una insoportable fama de mala suerte que es la que, ciertamente, te tortura. Es decir, la fama es la que termina arruinándote la vida y no la creencia de que todo lo que tocas se va al carajo.
Me puse a pensar si todo esto de las taquicardias y de la mala suerte que creo que arrastro, desde que me mude a este edificio, no es un rollo que me hicieron creer un grupo de amigos. Si contarles mis historias, que para mi no pasaban de ser cuentos divertidos, hicieron que termine por convencerme de que este rincón es un imán de eventos desafortunados. Insisto, para mi eran hechos divertidos, pero la infame fama creció y aunque, felizmente, no creen que soy una “mufa”, si creen que el azar se ha ensañado conmigo y que cada día que despierto debo estar preparada para lo que se viene.
Hoy he decidido rebelarme contra ese grupo de desadaptados y decirles que sí creo en el azar, pero no en esa idea preconcebida de que mi casa es un imán de eventos “mufa”. Basta de pavadas! Por eso he decidido no mudarme, así es, no me voy, me quedo en este edificio, reto a las malas rachas y – a riesgo de que tengan razón y de que las plagas de murciélagos regresen –volteo la página.
Gracias por soportar mi catarsis. ¿Creen que existen los “mufas”?, ¿Algún “mufa” está leyendo ahora mismo este blog? Si debo retractarme avísenme. Hasta mañana, debo empezar a pintar mi departamento porque de aquí nadie me mueve.
Por lo pronto les dejo un extracto de la película La suerte está echada, en la que Felipe, interpretando a Otelo, demuestra con extrema claridad qué es un “mufa”.